Hoy en día el teléfono fijo es casi un accesorio del ADSL o la fibra, algo que tenemos más por costumbre que por necesidad y que muchos apenas usan ya solo para llamar a su propio móvil cuando lo pierden.
Pero desde finales del siglo 19, el teléfono ha sido un aparato que ha revolucionado las comunicaciones, los negocios y las relaciones personales. ¿Te imaginas cómo era llamar a principios del siglo 20? Había bastantes cosas diferentes a las que hoy conocemos. Hagamos un repaso por las más llamativas.
No existía Telefónica
Aunque parezca mentira para quienes vivimos el monopolio, había teléfonos antes de Telefónica. Los gobiernos de finales del siglo 19 exploraron diferentes maneras de extender el teléfono en España: cuando gobernaban los conservadores, le daban las competencias a Telégrafos; y cuando gobernaban los liberales, a empresas privadas. Ninguna de las dos opciones fue un éxito, y el teléfono no empezó a despegar realmente en España hasta que se fundó Telefónica en 1924.
Había tarifa plana
Al principio no había contadores telefónicos, así que las compañías telefónicas cobraban una cuota anual que te permitía usar el teléfono todo lo que quisieras, que dependían del tipo de establecimiento donde lo fueras a instalar. Por ejemplo, en 1886 el precio era de 300 pesetas al año si lo ibas a tener en casa, 600 si era una casa de huéspedes y 1000 pesetas para locales públicos como cafés. Precios que solo algunos podían permitirse: una persona ganaba entre 600 y 1000 pesetas anuales.
Podías enviar «telefonemas»
La llegada del teléfono permitió un nuevo servicio que hacía la competencia a los telegramas: los telefonemas. Eran básicamente lo mismo, un mensaje que se transmitía a otro lugar, solo que el operario lo hacía por teléfono en vez de por el cable telegráfico. Podías enviar uno desde tu propia casa o acercarte a las oficinas de la compañía para hacerlo.
Los números de teléfono eran muy cortos
Hoy en día todos los teléfonos tienen nueve cifras, pero en una época en la que en las ciudades había tan pocos y llamar fuera era imposible, los números de teléfono apenas tenían cuatro o cinco cifras. Además, las propias compañías te decían que no te encariñases mucho con él porque no era extraño que, por cuestiones técnicas, te lo cambiasen. La propia Telefónica recomendaba no indicar el teléfono en las tarjetas de visita.
No se podía hablar con todo el mundo (aunque tuviese teléfono)
Hoy parece obvio llamar donde queramos, pero a principios del siglo XX no todas las redes de teléfono estaban conectadas. Como algunas ciudades no tenían red urbana con su centralita, primero se establecieron líneas particulares, es decir, dos teléfonos unidos entre sí que no podían llamar a ninguna otra parte. Muchos empresarios lo usaban para comunicar su despacho de casa con su fábrica, por ejemplo. El equivalente avanzado del teléfono de yogures, vamos.
Después poco a poco se fueron extendiendo las líneas interurbanas e incluso internacionales (a países cercanos), pero no todas las poblaciones podían hablar con todas, ya que era necesario que las dos redes estuvieran conectadas por no más de cinco nodos, para evitar que la calidad de voz se deteriorase.
Al descolgar, atendía una operadora
Hasta que llegó el teléfono automático, para hacer una llamada tenías que descolgar el teléfono y decirle a una operadora el número del abonado con quien ibas a hablar. Ella se encargaba de conectar nuestro cable con el de la otra persona. En cierto modo, lo que hoy harías con Siri.
Cuando llegó el teléfono automático hubo que enseñar a usarlo
Con el público acostumbrado a hablar con operadoras, la llegada del teléfono automático fue un gran cambio. A partir de entonces, al descolgar el auricular ya no nos saludaría una señorita (nunca señora, recordemos que al igual que en Metro de Madrid, tenían prohibido casarse), sino que sonaría un tono continuo.
Telefónica tuvo que hacer campañas de publicidad para enseñar a sus clientes a distinguir entre los diferentes tonos; el continuo de marcar, el intermitente largo de conexión y al intermitente corto de comunicando.
Los números especiales eran básicamente los mismos que hoy
Ha pasado casi un siglo, pero algo permanece casi igual: con la llegada del teléfono automático se pusieron en marcha algunos números especiales: atención al cliente, averías… y si les echas un ojo, seguro que te suenan:
El 02 es el actual 1002, el teléfono de averías, mientras que el 04 es el actual 1004, atención al cliente de Telefónica.
Otros ya no existen pero funcionaron hasta hace poco: el 03 se convirtió en 003 y después en 1003, y continuó siendo el número de información hasta que lo sustituyeron todos esos números que empiezan por 118xx y que nadie usa porque tenemos Google. El 07 se convirtió en 007, y aunque no se usaba ya para telefonemas, en los años 80 era el número para solicitar radioconferencias con barcos. El 09 dejó de utilizarse para llamadas interurbanas, pero continuó usándose para las especiales (cobro revertido, etc) y hoy ha mutado ligeramente y es el 1409.
Con datos de los informes anuales históricos de Telefónica, La implantación del teléfono en Zaragoza y la cuenta de @HistoriaTelefon